El viernes 21 de abril, cuando compré el monociclo, me lo lleve a casa para practicar el fin de semana en la terraza del edificio. Lo que hacía era subirme con ayuda de una chimenea, y me lanzaba contra la pared que estaba en frente. Creo que avanzaba 40 centimetros y me caia. Intentaba, intentaba, y aveces lograba avanzar 1 metro. Eso era un logro extraordinario. Durante la semana, practiqué poco y nada, y el siguiente fin de semana continué con mi práctica sin mucho avance. El martes 2 de mayo decidí llevar el monociclo al trabajo, así practicaba en el trabajo. Muchos compañeros del trabajo se prendieron y empezamos varios a practicar dentro de la oficina. Andabamos apoyados de la pared y nos caimos enseguida. Al cabo de unos días el que mayores progresos había hecho era Pancho. Y fué él el primero en andar algunos metros dentro de la oficina, luego seguimos Bruce y yo. El día en cuestión fué el glorioso miércoles 16 de mayo. Fué algo mágico… de repente la cabeza me hizo click y ya no me caía (en los primeros metros). Recuerdo que ese día me había empecinado en bajar el “centro de gravedad” para tener más control, y parece que funcionó.
Los días siguientes era peligroso trabajar en la oficina ya que nosotros, los monociclistas-sin-control, andabamos por los pasillos llevandonos todo por delante. Y fué así, que nos prohibieron andar en la oficina, y nos fuimos a andar al garage…